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Perdonar… Un acto de Liberación.

No siempre es simple perdonar, pero para avanzar en la vida, sin tener pendientes, sin tener rabias o resentimientos que nos estanquen y nos hieran cada vez que se recuerdan, es importante procesar algunos temas y decidir qué hacer con los sentimientos negativos que guardamos hacia quien nos dañó, si quedarnos con ellos o dejarlos ir para caminar más libres y livianos, sin pesos innecesarios.




En este sentido, es importante dar una definición de lo que entendemos por perdón. Según Mc Coullough, Pargamentand & Thoresen (2000), perdonar implica atenuar o suprimir los deseos de venganza o de evitación del ofensor y reemplazarlos por actitudes, sentimientos o comportamientos mas positivos o benevolentes.

De este modo, el perdón no es (como muchas veces creemos): - Reconciliación: Perdonar no implica, necesariamente, el restablecimiento de las relaciones con el ofensor. Muchas veces la rabia, el rencor o el resentimiento nos protege de ser nuevamente dañados por el ofensor, pero si nosotros tenemos la capacidad de auto cuidarnos y tenemos claridad respecto a que no queremos volver a relacionarnos del mismo modo con esta persona que nos dañó, podemos poner ciertos límites que nos protejan, sin necesidad de mantener la rabia contra esa persona. De este modo, podemos saludar, estar en una misma reunión con ella o él o compartir espacios o trabajo, sin sentirnos amenazados nuevamente, pues sabemos ahora hasta dónde dejaremos llegar al otro y en qué terreno no le permitiremos entrar nuevamente.


– Condonación: Perdonar no implica minimizar, justificar o tolerar la victimización o el daño, eliminando la necesidad misma de perdonar. Debemos asumir que lo que nos hicieron tuvo una consecuencia negativa, probablemente a nivel emocional (pérdida de la confianza, sensación de traición, dolor, etc.), por ende es esencial darle el peso que tiene a ese acto y luego de ello, y en el momento que podamos hacerlo, decidir perdonarlo para seguir adelante, sin disminuir su importancia, pues en el fondo si la tuvo para nosotros.


- Excusar: Es similar a la condonación, pero en este caso buscamos circunstancias o situaciones atenuantes para explicarnos la razón de por qué el ofensor realizó el acto que nos dañó, a veces insistimos en buscar “buenas razones” o incluso a negar el daño que nos hizo, pues muchas veces resulta difícil reconocer que el otro haya hecho algo dañino hacia nosotros y a veces se prefiere negarlo a asumirlo y tener que aceptar también la pérdida de la confianza inicial.


– Olvido: El perdón no implica borrar el recuerdo del daño. Erradamente muchos decimos “no lo perdonaste aún, pues todavía recuerdas lo que te hizo”, esto no tiene realmente relación con lo que significa perdonar… Perdonar es dejar ir la rabia y los sentimientos negativos, es estar en paz con el otro, pero no podemos omitir que generalmente todo acto tiene consecuencias, positivas o negativas, por ende perdono lo que hiciste, pero la consecuencia es lo que yo decido hacer hacia el futuro, por ejemplo para cuidarme de no ser dañado nuevamente, elijo no continuar la amistad. No es guardar rencor, para nada, sino que tiene que ver con un cambio en la relación, pues los actos que hacen otros causándonos dolor, producen un impacto en nosotros que es necesario aceptar.


Es así que es fundamental pensar que el perdón es algo que se hace para uno mismo y no para el ofensor. Quizás al ofensor no lo vemos hace mucho tiempo y no se va a enterar de que nosotros decidimos perdonarlo, independiente de esto, el perdonar es algo que beneficia directamente a la persona que decide hacerlo, pues la libera de un peso, de una emoción dolorosa y dañina, pudiendo elaborar mejor lo sucedido.


Respecto a los beneficios del perdón, investigaciones empíricas realizadas por Mc Coullough & Witvliet (2002), muestran que las personas que perdonan:

– Poseen menos odio, se deprimen menos, son menos hostiles, experimentan menos ansiedad e ira y son menos neuróticas.

– Aumenta la probabilidad de que sean más felices, gocen de mejor salud, sean más agradables y más serenas.

– Poseen mayor capacidad empática y espiritual o religiosa.

Así, podemos ver que la preocupación, la hostilidad y el resentimiento que acumulamos solo sirven para herirnos emocional y fisicamente a nosotros mismos… ante lo cual los invito a realizar algunas prácticas para trabajar este tema: 1. Apreciar ser perdonado: Recuerde distintos momentos en que usted haya cometido un error y haya sido perdonado, ¿cómo se sintió al recibir perdón de otro? Deténgase en ese sentimiento para poder valorar el significado de ser perdonado por otros.

2. Imagine el perdonar: Imagine la situación de perdonar, tanto si usted le comunica al otro su perdón o solo lo siente usted internamente. ¿Cómo lo haría sentir después a usted? ¿cómo cambiaría su actitud y sentimientos hacia esa persona?

3. Escribir una carta de perdón: No importa si no la entregamos, pero escribir lo sucedido, lo que sentimos respecto a aquello y por qué tomamos la decisión de perdonar nos puede ayudar en la liberación del rencor.

4. Rumiar menos: Dejar de repetirnos una y otra vez lo sucedido, ya sea a nosotros mismos (pensando constantemente en el daño y el dolor) u a otros (contándoles lo sucedido a muchas personas). (Ver más sobre rumiar en mi nota sobre “Comparaciones y Rumiaciones”)

Por último, una reflexión realizada por Nelson Mandela: “…Cuando quedé en libertad supe que si no perdonaba a mis aprensores, continuaría en prisión”


Fuentes:

– Mc Cullough, M.; Pargament, K. & Thoresen, C. (2000) Forgiveness: theory, research and practice. New York: Guilford Press.

– Mc Cullough, M. & Witvliet, C. Cap. 32: The Psychology of forgiveness en: Snyder, C. & Lopez, S. (edit) (2002) Handbook of Positive Psychology. New York: Oxford University Press.

– Diapositivas del Diplomado: “Psicología Positiva”, Instituto Chileno de Inteligencia Emocional.

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