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¿Afecta el Manejo del Dinero en la relación de pareja?

Cerca del 10% de las separaciones ocurren por problemáticas con el dinero, desde sobre endeudamiento, compras compulsivas, ocultamientos y mentiras sobre ingresos y egresos, etc. Se ha visto incluso que muchas veces se afecta la sexualidad cuando hay tensiones con el dinero, relación que puede entenderse si pensamos en lo que ambos temas simbolizan respecto al poder, la intimidad y la confianza necesaria para que pueda fluir. Pero pese a su importancia poco se habla sobre éste, es por eso que quisiera plantear este tema, algunas ideas y preguntas para que puedan trabajar en pareja.

1) Comunicarse: es importante hablar y entender cuál es el sentido y la relación que cada uno tiene con el dinero. Lo veo como algo que “hay que cuidar mucho pues siempre hace falta”, “siento que siempre llega, que es abundante y no tengo miedo a perderlo pues sé que podría volver a conseguirlo”, “veo que es para disfrutarlo, gastarlo en experiencias y me incomoda ahorrarlo”, “siento que es para comprar casa, salud, educación y servicios necesarios y que el disfrute hay que medirlo para no derrocharlo en eso pues cuesta conseguirlo”, “¿siento miedo a la pobreza?” o ¿cuál es mi relación personal con él?


Revisar cada uno cuál es su historia con el dinero, cómo se llevaba el tema en sus casas con sus padres, cuál es su opinión sobre el gasto en cosas versus experiencias, sobre el ahorro, sobre la situación de depender de otros económicamente, cuál creen que debiese ser el uso correcto del dinero en la familia que están formando, entre otros temas, son necesarios de transparentar para entenderse y formar una base común entre ambos para construir desde ahí y con confianza.


2) Revisar situación y llegar a acuerdos: Cada cierto tiempo sentarse a conversar y evaluar qué tan eficientemente están manejando la economía familiar es un punto clave para evitar situaciones más complejas e implementar mejoras. Primero es fundamental conversar sobre cómo se sienten emocionalmente con el manejo actual del dinero, pues pueden surgir tensiones como incomodidad por sentir que dependen económicamente del otro, miedo a la fragilidad o inestabilidad de la fuente de ingreso, desconfianza si el otro dice la verdad o no respecto al ingreso y egreso, ¿los dos tienen claridad y cierta tranquilidad respecto a su jubilación o hay algo que pudiesen mejorar? ¿será buena idea tomar un seguro de vida? ¿sienten que uno de los dos malgasta o toma decisiones impulsivas con el dinero? ¿debiesen consultarse más los gastos al otro antes de hacerlos? ¿sienten que alguno no valora el aporte del otro? ¿es bueno tener una cuenta bancaria en común para gastos familiares o mantener separadas? ¿debiesen ponerse límites cada uno en los gastos? ¿sienten injusto aportar lo mismo si su ingreso es diferente? ¿sería mejor aportar proporcional a lo que ganan? ¿cuentan con el apoyo del otro en una cesantía? ¿Cómo podrían resolver situaciones de crisis (enfermedades, etc.)?


Todas conversaciones necesarias para aclarar, transparentar, prevenir y limpiar tensiones que pueden estar latentes carcomiendo la relación sin darnos cuenta. No hay una sola fórmula perfecta para llevar una economía saludable para ambos, pero sí pueden encontrar un camino en que se sientan cómodos, en confianza y siendo equipo en el proceso.


3) Autonomía y roles frente a quien trabaja y quien no: Cuando uno de los dos deja de trabajar por distintas razones, no solo baja el ingreso, sino que también suele bajar la admiración, el deseo y el atractivo que nos genera esa persona, algunos incluso acumulan rabia y hasta envidia pues sienten que es “más cómodo” para la parte que no trabaja, surgen sentimientos como “se está aprovechando / abusando de mis ingresos”, lo tuyo y lo mío suele marcarse más, se generan temas de poder y preguntas: ¿habrá que dar una mesada? ¿O quien trabaja mantiene el control económico? “pídeme cuando necesites” (coartando libertad y autonomía, generando con ello más fácilmente resentimiento). Surgen creencias y evaluaciones respecto a los roles del otro, como: “si no trabaja entonces debiese encargarse de todo en la casa y yo no hacer nada, pero igual me pide ayuda o veo no hace bien las cosas…”. Estas frases y situaciones suelen ser comunes de escuchar en las terapias de pareja, van alejando y podrían resolverse si generosa y amablemente pudiesen detenerse, salir del “siempre lo hemos hecho así” y abrirse a pensar nuevas formas que pudiesen ser mejor para ambos.


La falta de autonomía respecto al dinero (depender de otro para tenerlo), no tener un trabajo, sumado a una falta de motivaciones / intereses o pasiones que te hagan crecer, puede generar depresión en muchas personas. Es por eso que muchas parejas incluso refieren que los problemas en este punto se aliviarían, el deseo aumentaría y la calidad de la relación de pareja mejoraría si ven al otro feliz, desarrollándose, creciendo, haciendo trabajo incluso no remunerado, pero que le de sentido a la existencia. Realizar estudios, emprendimientos, voluntariados o actividades que generen desafíos puede aportar a que cada uno tenga un mundo personal lleno de vida, que tengan una vida individual rica y plena, y que el otro venga a enriquecerla con la relación de pareja. Cuando la felicidad depende del otro, o nos dejamos estar en una existencia más pasiva y aislada del mundo, existe un mayor riesgo de tensiones en la relación.


Como vemos, son muchas las conversaciones que hay que tener en este tema, y si bien no siempre resulta fácil, puede ser un factor preventivo de mayores conflictos en el futuro. Anímense amablemente a tenerlas de un modo amable y generen acuerdos. Seguro podrán salir fortalecidos y con la sensación de que son capaces de aprender y reaprender cada vez mejor a hacer las cosas por el bien de la relación que están construyendo.



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